miércoles, 5 de diciembre de 2012
obsesión
Sus ganas de andar en avión son raras. Porque no son tales. O por lo
menos no son del todo ganas de andar en avión. Más bien son ganas de estar por los cielos, ganas de
volar por el aire. Y eso puede resumirse en querer estar arriba de un avión
pero también puede explicar las extrañas ganas que tiene Arthur de tirarse de
su terraza cada vez que se asoma al vacío. Él está contento con su vida, no se
quiere suicidar. Es que cuando le entran esas ganas de tirarse no piensa en la
muerte sino en la posibilidad de volar. Eso es lo raro. Quiere estar sintiendo
el viento chocándole en la cara y no se pone a pensar en qué pasa después hasta
que está por tirarse y ahí sí, piensa en que si al caer al suelo (de unos
cuarentaicinco metros) muere no podrá disfrutar de ese recuerdo de
precipitación. O sea que sus ganas de andar en avión no son ni ganas de andar
en avión ni ganas de volar, son más bien ganas de recuerdos imposibles.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)