miércoles, 21 de mayo de 2014

la eternidad

Arthur comienza a juntar cajas de cigarrillos como si fueran figuritas. Las imágenes que muestran los paquetes para desalentar el hábito en Arthur generan lo contrario: ahora fuma más. Se compra paquetes y fuma todos los cigarrillos para tener que comprarse otros paquetes y así poder completar el álbum inexistente de imágenes aterradoras de gente muriéndose por culpa del tabaco. La paradoja absoluta llega al extremo: lo único que hoy motiva a la vida de Arthur son las ganas de tener todas esas imágenes y esas imágenes, precisamente, son las que le recuerdan lo cerca que está de la muerte.

sábado, 17 de mayo de 2014

ave fénix

En la madrugada ve una película que trata de un avión que cae en medio del desierto del Sahara y, para sobrevivir, sus pasajeros deciden construir otro, con sus restos.
Ahora es el mediodía posterior y supongamos que en vez de un avión, lo que se cae es el amor y de lo que se trata es armar algo con los deshechos. Ella tiene los codos sobre la mesa, el cuerpo para adelante, la mirada segura. Casi no habla, hace preguntas cortas y concretas. En cambio él, que está enfrente, con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en el respaldo de la silla, parece relajado, habla casi todo el tiempo y a partir de la forma en que mueve las manos y por los gestos que hace con la cara podría decirse que está defendiendo algo de lo que no está muy seguro. Lo que es seguro es que algo muy fuerte pasó entre los dos. Muchos años. Ninguno conoció a otra persona que lo haga tomar la decisión definitiva. Ninguno, en realidad, sabe qué siente por el otro; les gustaría tener un diccionario de sentimientos pero algo como eso no existe. (La atracción es innegable, parecen dos imanes que no se soportan pero se dan cuenta de que siempre algo los va unir, más allá de sus voluntades, y no saben qué hacer con eso, como si poco a poco se van resignando y lo único que hacen es pensar de qué manera sobrevivir, cuál es la mejor manera de pasar la vida juntos. Les cuesta reconocer muchas cosas, pensar en el otro y por eso les cuesta estar juntos, salvarse. O quizás es al revés, y saben que existe algo así como el destino y que ya está escrito que deben estar separados, que no son compatibles, pero son tercos y hacen todo lo posible por intentar de diversas maneras estar juntos. Hay algo que no saben y por eso están la mayoría del tiempo tristes, hay algo que los enriquece y que parece obvio pero de lo que ellos no se dan cuenta: son dos.) En el medio de los dos hay una mesa y un esfuerzo más por seguir juntos, un esfuerzo que se rompe cuando, de repente, como si terminara de escuchar lo que sabía que escucharía, ella se para. Se queda unos segundos mirándolo. Y se va. Después de un rato de inmovilidad, él mira para los costados, se limpia las lágrimas. Le pide la cuenta al mozo con un gesto con la mano, como escribiendo en el aire. Paga y sale corriendo. Dobla en la misma esquina en que Arthur vio perderse a la mujer que antes estaba en la mesa.