domingo, 13 de marzo de 2011

Resfrío

Pone Pause, se levanta casi corriendo, baja a hacer pis y a agarrar un buzo. Arthur estuvo un tiempo largo aguantándose el frio, después se le sumó las ganas de mear y decidió interrumpir la proyección; algo muy poco habitual en él. El día estaba espléndido y Arthur había estado dentro de su departamento, ocupado en algunos quehaceres domésticos. Aunque, en el mundo de Arthur, sería muy difícil definir “quehaceres domésticos”, por eso conviene reducir la explicación en estos triviales términos, en vez de explicar lo que hizo Arthur durante todo el día. Eran casi las 17 cuando subió a ver la peli. Calculó una temperatura mucho más elevada, pero de todos modos decidió no dar más vueltas. Errónea decisión. Ahora Arthur subía con un buzo puesto, una campera en una mano y un té en la otra. En la pantalla estaba el rostro lastimado de Edward Norton, de perfil. Mirando fijo un teléfono, que es Marla aunque no lo sabe. No sabe nada. Es todo. De fondo la silueta de Brad Pitt, en otro cuarto, con las piernas algo flexionadas y lo brazos extendidos hacia arriba, dando la espalda a la cámara, con el rostro apuntando a una ventana que mostraba un día como el que rodeaba a Arthur, pero ningún paisaje. Se sentó en el colchón con las piernas cruzadas, continuó viendo El club de la lucha mientras tomaba su té con miel.

Al rato se levanta, comienza a pelear contra él mismo. A veces, cuando pega, nota en el contrincante el rostro de su tía, otras el de Anabela, o el de su padre, o el de la vecina, o el de cualquier otra persona tan desconocida como su padre. Cae de espaldas al colchón, mira el cielo y siente que es el único rincón de la tierra que se ha salvado, porque no llego a tocarte, piensa. Empuja el cuerpo desnudo de Anabela hacia afuera del colchón, se seca la sangre, presiona Play y vuelve a ver la película.

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