domingo, 22 de mayo de 2011

el regalo

¿Dónde están los hombres?, preguntó el Principito. Me siento solo en el desierto. También te podés sentir solo entre los hombres, contestó la serpiente. Qué animal tan raro, no tenés piernas. Fino, como un dedo, pero poderoso como el dedo de un rey, dijo la serpiente.
Mi novia, que me leía El Principito.
La del almacén de abajo le regaló un dvd. En la casa de Arthur hay un canasto de esos que son de plástico, miden unos setenta centímetros, que la gente normal usa para poner la ropa socia o los juguetes y las pelotas de los hijos pequeños. En ese colador con forma de balde gigante Arthur tira los dvds que le regalan o le llegan por correo de algún lado pero que nunca se le ocurriría ver. Todas las películas que le regaló la del almacén fueron a parar al tacho ese. En eso estaba pensando cuando Gladis le dio la película mientras le decía que era un regalo que adeudaba de la navidad, y se me ocurrió que justamente esta película no la podías dejar de ver. ¿Cómo se llama? Felicidades ¿Es de acá? Sí, actúa Casero, Mazzarello, Belloso, Cedrón, Pauls, Machín y Cacho Castaña ¿Quién? Cacho Castaña, ¿no lo conocés? es el de canta, garganta con arena, tu voz tiene la pena que Malena no cantó.
Aunque algo fastidioso por no saber quién era Cacho Castaña y por haber escuchado cantar a Gladis, Arthur estaba en el inodoro mirando con ternura el sobrecito que Gladis le había armado rústicamente y entregado hacía no más de cinco minutos. No le llamaba para nada la atención, pensaba en las referencias que tenía del director y de cada uno de los actores pero nada le despertaba ganas de verla. Odiaba que cualquiera le dijera que no se podía perder tal o cual película, era motivo para que jamás la vea y le tome una bronca bárbara a la película y al que se la aconsejaba. Sin embargo, ya se había parado, había puesto la pava, estaba caminando por el living de su casa, y no podía soltar la película. A veces se paraba al lado del canasto de residuo de películas pero algo lo frenaba.
Se tomó el té y se quedó dormido con la película en la mano derecha, en el sillón de las lecturas.
A las dos de la mañana Arthur se despertó y subió a la terraza. Quizás porque no tenía otra película para ver o porque había entendido todas las señales con las que se había encontrado, lo cierto es que Arthur se puso a ver la mejor película que ha dado el cine nacional. Un drama de los que pocos se animan a hacer. Arthur, extrañado, lloraba y reía.
Al terminar la película, Arthur fue hasta el borde de la terraza a ver la noche. Desde ahí se veía parte de la ciudad, toda negra, debajo de un cielo liso, no muy alto. Antenas, casas bajas, cables, techos con forma de flecha, algunas sabias ventanas pintadas de luz, reflejándose, como signo de vida. Y así se quedó viendo la noche algunas horas, tomando un té de durazno. Tres o cuatro veces lo sorprendieron algunos fuegos artificiales, haciendo de estrellas en un cielo completamente azul.
...
Soy un angelito chiquitito, pero igual yo te voy a cuidar, ángel de la guarda, dulce compañía, no te dejaré de noche ni de día.

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