miércoles, 14 de marzo de 2012

noche intelectual

Es extraño. La película cuenta el final de una pareja y el final de la película muestra a la pareja haciendo el amor en la arena, en el bunker (curioso: en la trampa) de una cancha de golf. Y Arthur podría ser cualquiera de los personajes, cualquiera de las escenas. Podría ser alguna de todas las palabras, todas las canciones, todas las miradas. Es insólito. Arthur caminando entre sombras, esperando la noche final, que llega y se hace eterna y el final termina siendo todo, desde el principio. Ya no se trata de sentimientos, ni siquiera de dinero. Es (más) profundo. Se podrían mostrar rosas flotando, niños llorando, una vía muerta, enfermos en hospitales, incluso un baile sensual o una ciudad repleta de personajes atrayentes. Pero no. Es confuso. Porque es la cabeza de Arthur. Lo negro lo traga todo, ahora ella sólo es una figura, una ventana de día. Es raro. Porque Arthur la ve, sabe que es Monica Vitti pero igual dice Anabella, se acerca, pero no mucho porque sabe que a pocos pasos de él está el vacío. Prefiere seguir dentro en su contorno, prefiere resignar lo nuevo, quedarse anclado en lo conocido, mirar desde su terraza, otro día que comienza, una mañana más, parcialmente nublada y repleta de pensamientos.

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