jueves, 2 de agosto de 2012

se pregunta

Mira a su alrededor. Las hojas de las plantas moviéndose, Carnaval que estornuda, sacude la cabeza y vuelve a dormir, el polvo y el humo que flotan entre el proyector y la imagen, el cielo oscuro y las luces de una ciudad infinita que le recuerda la tranquilidad que transmite el mar por la noche. Y se pregunta. Arthur se pregunta cuánto del significado de cada película está en el contexto en el que se la mira. Reflexiona acerca de los raros mecanismos de la sensibilidad personal, relacionando lo que rodea a un espectador con lo que está viendo en la pantalla, que en este caso es la soledad, que con la presencia del perro se vuelve digna, y el frío que trae el viento pampeano después de recorrer kilómetros hasta chocar con una pared blanca que a estas horas de la noche hace de pantalla. Pero también Arthur se da cuenta de lo estúpido de se ser él, que siempre mira las películas solo, quien pretenda sacar una conclusión coherente de cómo la compañía modifica las interpretaciones del film. Entonces piensa en cuánto de elección hay en esa soledad. Arthur quiere ver las películas solo. Pero por qué piensa en que es posible que estar con alguien viendo una película puede llegar a cambiar algo de lo que ve. Y supone que por eso mismo. Vale decir: no parece elegir ver solo la película sino que siente que sólo viéndola solo puede llegar a no distraer la atención, a concentrarse por completo en lo que mira. Sería una especie de espectador ideal. El que se zambulle plenamente en la obra. ¿Pero qué hay, en verdad, ahí? ¿Amor al cine, fracaso, cobardía, puro goce individual, timidez? No lo sabe o, si lo sabe, nunca se lo contestará.
¿Pensarán en eso los que hacen las películas? El único ejemplo que se le viene a la cabeza es el de los directores de películas porno que se venden/descargan en internet. Esos, aunque muy probablemente se equivoquen, es probable que piensen en tipos solos, gozando frente a su computadora. Pero qué pasa con los otros. Las películas que se anuncian para toda la familia, o para ver en familia, a qué familia se refieren. Lo mismo con las que son para niños o prohibidas a menores de dieciocho años. Supongamos que haya realizadores que piensen en el público que verá el film, ¿piensan éstos en cómo verán sus películas estos presuntos espectadores? ¿Lo subjetivo, en la interpretación, es doble: todo el pasado del espectador (lo que vio, pensó, le dijeron, hizo) más el presente, el/los momento/s en que la ve?
Y de tanto prestar atención al contexto, o sea a lo que lo rodea pero sobre todo a sus pensamientos, se da cuenta de que está mirando una película recién cuando ésta termina. Y la experiencia lo cachetea. Consigue a los golpes una respuesta a muchas de las preguntas que se estuvo haciendo durante todo este tiempo, una respuesta que interroga mucho más de lo que contesta, como si el precio de contestarse todas estas preguntas fuera estar dispuesto a enfrentarse a una mayor cantidad de nuevas y más complejas preguntas. Entonces: si una película termina de tener sentido cuando alguien la ve, en este caso el contexto hizo que Arthur encuentre el sentido precisamente en no haberla visto, ya que mientras la veía prestaba atención a otra cosa, sus ojos veían el film pero con su cabeza miraba, se preguntaba, otras cosas.

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