martes, 7 de junio de 2011

por qué come

No hizo nada en todo el día: se levantó tarde, dio algunas vueltas por la casa, tomó un poco de agua. Todavía no salió afuera por el miedo al frío. Ahora, de madrugada, está tirado en el piso, apoyando la panza en el parqué.
A Arthur, en cambio, le tentó la idea y ahora no puede parar de comer.
Está con los dos codos en la mesada, viendo cómo un fino chorro de agua cae por la canilla. Come una torta gigante que tiene entre sus brazos. De vez en cuando, empalagado, pone la cabeza debajo de la canilla y bebe agua. Una foto de Marcello Mastroianni sale de su bolsillo trasero. Mastroianni parece contento con la casa tal como está. Ropa tirada por todas partes, sábanas y papeles en el piso, resto de comida en cada rincón, el perro tirado inmóvil, boca abajo, en un rincón, un retrato de Anabela con dibujos infantiles alrededor del rostro, la mesa del living repleta de comidas que Arthur había hecho antes de ponerse a ver La gran comilona. Pero lo que lo atrae, lo que le hace perder la cordura, es un autito de colección estacionado justo al lado del retrato de Anabela. El autito es una réplica de un auto antiguo, negro, descapotable. El único juguete que Arthur conserva de su infancia, esos que los arrastras para atrás y salen disparados para adelante. Mastroianni comienza a babear y en el culo de Arthur una laguna azul oscura vertical comienza a expandirse como vino en el mantel. De repente, la foto de Mastroianni en el bolsillo del pantalón de Arthur comienza a moverse. Es el italiano que se lleva un bocado a la boca, que sigue babeando y ahora agrega algún líquido a su boca, que también rebalsa y hace desastres.
Mientras Arthur sigue inclinado en la mesada, Mastroianni continúa mojándole el pantalón. Pero ahora también hay líquido que sale de sus ojos. La escena es totalmente dramática. Marcello Mastroianni (la virgen) llora por falta de minas en el ambiente o, más bien, por lo triste que es ver ese festivo departamento sin mujeres, llora, en realidad, por la lastimosa imagen que genera saber a Arthur tan solo y con tantas ganas de que allí se encuentre alguna mujer.

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