miércoles, 14 de septiembre de 2011

pasión

Eso no es amor al cine, piensa Arthur. Lo de colarse para ver una función tal vez sí. Quizás lo más interesante sea la vinculación niño-cine o lo prohibido en el cine o los personajes que lo frecuentan. Pero cuando el niño se hace adulto se pierde la magia. Arthur no es como Toto. Hizo el camino inverso en el mundo del cine: primero la indiferencia y más tarde la pasión. Toto, en cambio, vivió fascinado por el cine durante la infancia y luego se aburguesó. Arthur está enojado, envidioso, porque sabe que la adultez no es la mejor edad para disfrutar del cine. Pero a él sólo le queda arrepentirse, envidiar a los que sí tuvieron o tienen esa oportunidad. Entonces, una vez terminado el film, se queda reflexionado tanto tiempo que se hace de día. Baja al living y encuentra que le tiraron una revista por debajo de la puerta. Es una revista espectáculos y se la dejaron por error. Es una grata sorpresa. Arthur olvida la bronca a los niños que aman el cine, olvida el sueño que tenía mientras bajaba las escaleras, olvida las ganas de tomarse un té y abre la revista, pasa las hojas velozmente a centímetros de su rostro, huele y dice qué rico, no hay nada como saber de la vida privada de los famosos. Se sienta en el sillón y comienza a leer todas las palabras y ver todas las imágenes. Hoy los chimentos le ganaron la pulseada al cine. Dos mundos en disputa: la 1ra Guerra Intermundial. El mundo del espectáculo vs el mundo del cine. Y Arthur es sensible a los dos. Estuvo en un bando y ahora se pasó al otro extremo. Antes era un apasionado por Canosa, Rial, Mirta, Fabbiani, hasta defendía a Lucho Avilés. Hoy en día si alguien le llegara a decir que muchas veces el cine y el mundo del espectáculo van de la mano, y si no mirá a Hollywood, Arthur se enojaría y argumentaría que cuando las películas (y todo lo que las rodea) son contaminadas/invadidas por el mundo del espectáculo, eso que se produce está por fuera de lo que se (él) llama cine. Por eso se resiste a ir a esos lugares que casi siempre son centros comerciales, en los que pasan películas cobrando cualquier cantidad de plata por las entradas y donde lo primordial es vender pochochos. Del mismo modo que ahora Arthur milita fanáticamente por la causa cinéfila en otros momentos lo hacía con todo lo que tenga que ver con el mundo de los chismes entre las celebridades nacionales e internacionales. Por eso, ver una película en donde hay un niño enamorado del cine y encontrarse con esa revista bajo su puerta lo hacen tener una actitud ambigua con respecto a su pasado: negación por un lado y regresión por el otro. Lo tranquilizador es que, aunque ahora lea tan apasionadamente, sabemos que cuando termine la revista se va a ocupar de quemarla, tal como se hace cuando después de mucho tiempo se encuentran cartas de una ex pareja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario