lunes, 5 de septiembre de 2011

el sentido

“Ser amable con la gente. No comer grasas. Leer un buen libro de vez en cuando. Pasear. Intentar convivir en paz y armonía con gente de todos los credos y naciones”.
No entendió el mensaje. Aunque es extraño, esta película le hizo dar cuenta que recuerda el día en que nació. Lo que no se da cuenta es que sin dudas es la única persona en el mundo con este don. Que, aparentemente no sirve para nada, pero que seguramente lo podría hacer ganar millones de dólares. Es tan ingenuo que sólo se queda con lo triste del recuerdo y su falta de astucia o inteligencia interesada hacen que ni pueda lamentarse por haber perdido la fortuna que jamás ganará simplemente porque nunca se percatará de que es capaz de ganarla con solo hacer un llamado telefónico.
Junto en el momento que lo sacaban del vientre, Arthur araña a su madre por dentro. Freud revive y se frota las manos. El bebe llora porque estaba cómodo en donde estaba y lamenta haberle hecho daño a la madre. Pero con el tiempo, a medida que se va dando cuenta de que la madre tiene mucho que ver con que el esté en este maldito mundo, ése va a ser su único orgullo. Lo que todos creemos que pensamos cuando nacemos, Arthur lo corrobora preguntándose ¿cómo la envidia, la lujuria, la avaricia, la gula, la soberbia, la pereza y la ira no van a ser parte de la condición humana si el impacto con la humanidad es tan traumante: frío, rostros enmascarados o sufriendo, adultos fracasados, golpes, desarraigo, manipulación, etcétera?

Otro debería ser el mensaje. “Ver películas”.
Arthur está agotado, se va a preparar un té. Tiene ganas de dormir o mirar otra película. Mejor pensar lo menos posible.

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