martes, 25 de octubre de 2011

un rodaje amateur

Una vez Arthur pensó en filmar una película. Estaba todo planeado. Llamó al que pensó que sería el actor indicado pero éste le dijo que no le interesaba; aunque le pasó algunos contactos que sí podrían estar interesados.Y así con muchos actores. Carnaghi, Alterio, Brandoni, Luppi, Alcón. Todos le dijeron que no. O ni le contestaron. De casualidad Gastón Pauls se enteró y se puso a disposición del director, pero Arthur le dijo que no era el tipo de actor que estaba buscando. Entonces nunca filmó nada.
Ahora ve El atracón o L’abbuffata mientras se toma por primera vez una cerveza negra. Y le da risa. Todo le da risa. Los tres amigos, la hermana de uno y novia del otro, el cine casero, los personajes del pueblo, el director frustrado. Todo le da risa menos una cosa: al final aparece Gerard Depardieu. Y eso es cosa seria. A pesar de la agradable escena de la fiesta, a Arthur le angustia ver a Depardieu porque se acuerda que el único que le dijo que sí a él fue Gastón Pauls, y la comparación deprime. Se pregunta sobre si esta analogía podría representar, en otras dimensiones, la relación entre el cine italiano y el argentino. Y en su cabeza comienza a imaginarse paralelismos exóticos: Mimmo Calopresti-Santiago Loza. Diamante-Las Toninas. Depardieu-Pauls. La avioneta de la que baja Depardieu-La avioneta de No habrá más penas ni olvido. Arthur cuarentón-Tres jóvenes italianos del siglo veintiuno.
Entre tanto alcohol y pensamiento, Arthur se queda dormido en el frío de la noche, en el colchón de la terraza.

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