sábado, 19 de noviembre de 2011

barba

Cuando Arthur se pasa la mano por la garganta, siente la nuez en la palma y vuelve a juntar los dedos, en la película se ve el perfil de un Adrien Brody barbudo. Entonces, piensa en que él mismo, tal como está ahora, sin salir y sin afeitarse por algunos días, podría ser un tipo perseguido y escondido en la terraza de cualquier edificio de una gran ciudad. Pero, aunque quisiera, Arthur no es pianista ni judío.
Se rasca suavemente el cachete izquierdo. Le da placer sentir los pelos duros, pinchudos, en las yemas de sus dedos. Entonces se acaricia el mentón, llega hasta el otro cachete y sonríe cuando se da cuenta de que no le está prestando atención a la película por tener la cabeza puesta en los leves movimientos que hacen sus cinco dedos al agarrar a la mandíbula inferior. Le da gracia imaginarse con una barba gigantesca aunque sabe que cuando termine el film se irá a afeitar.

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